Cuando era niño vivía en una casa con jardín, había un camino que conducía desde la entrada principal hasta la cocina, a los costados del camino el aroma me embriaga porque además del pasto podía disfrutar del encanto multicolor de las flores, de las rosas, adornado con dalias frondosas y geranios, hierbabuena y árboles que dejaban saborear los frutos de temporada que se encontraban a la orilla del pasto, el cual lucía verde todo el año; cerca de la casa había un pozo hecho de piedra y que en su interior guardaba el agua más transparente.
Yo podía asomarme sin temor e imaginar que navegaba sobre las tempestuosas aguas del mar, avanzando hacia territorios desconocidos, el silencio me embriagaba sobremanera, despreocupado y ausente de lo que había afuera.
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Durante las noches las estrellas brillaban intensamente sobre mi cabeza, recuerdo que al salir al patio en la oscuridad una sensación muy rara me invadía, la piel se enchinaba, el corazón latía muy rápidamente, en el estómago sentía un dolor que me ahogaba hasta la garganta, un inmenso hueco del que no se puede salir, más hondo incluso que el pozo, es lo que reconocemos cómo miedo.
El miedo provocado por una negrura que no dejaba ver bien lo que había en frente, a cada paso que daba el corazón se salía de mi pecho, los pies se movían con el tieso articular de cada intento por avanzar; durante una de esas noches, el pozo me habló, susurraba mi nombre y a pesar de no ser un ente vivo, me conocía muy bien.
Me acerqué al círculo perfecto de color blanco que resaltaba entre las sombras, al asomarme vi mi rostro reflejado en el agua y no tuve algún pensamiento, la calma se apoderó de mí; me sentía en paz y el aroma de la noche me reconfortaba, era aún más intenso el olor a pétalos.
De pronto, una voz suave me dijo:
—Pide un deseo, anda, pídeme lo que quieras.
Volví la mirada para todas direcciones buscando a la persona que me estaba hablando, pero no había nadie.
La voz continuó escuchándose cómo un susurro que provenía del interior del pozo;
—Estoy aquí; la imagen de mi rostro movía los labios mientras hablaba con una voz que no era la mía; —pídeme lo que quieras, yo te lo concederé.
De pronto, mi rostro sobre el agua se transformó en el de una joven de piel tan blanca que parecía no estar viva, sus ojos brillaban, sus labios eran pálidos, era hermosa, pero escalofriante.
Nuevamente miré hacía todas las direcciones buscando a la mujer que se encontraba en el reflejo del agua, pero no había nadie más que yo.
Quise correr, sin embargo, mis piernas estaban paralizadas, añoré poder gritar, pero mi garganta se encontraba cerrada; la mujer del reflejo sonreía, ella no esperaba a que corriera, ni que gritara, ella tan solo permanecía inmóvil en el agua.
—Si yo pido un deseo, ¿cuál sería el precio?; pregunté.
Ella mostraba sus dientes afilados mientras me sonreía, y respondió:
—Es simple, yo te concederé cualquier deseo, a cambio quiero tu vida justo cuando cumplas 33 años, en la fecha acordada tú cuerpo dejará de moverse dentro del agua que ves ahora.
—No te daría mi vida, nada es más valioso, ni todos los deseos podrían igualarse; le contesté.
Ella me observó con la mirada más frívola que he visto en mi vida; —te regalarle lo que quieras, riqueza, fama, poder, lo que se te ocurra, tan sólo me darás la mitad de tu existencia.
Al escucharla, negué con la cabeza, era seguro que yo no haría algún pacto con la siniestra mujer del pozo, era un niño, pero no era estúpido.
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Ante la evidente negativa de mí parte, el rostro pálido de la mujer me dijo por última vez:
—Está bien, si no quieres el deseo, no lo tendrás, más, sin embargo, de esto que has presenciado hoy, no debes hablar jamás, en el momento en que lo hagas tú alma será mía.
Sus ojos flecharon a los míos, mientras tanto su rostro se desvaneció, al dejar de verla removí el agua para buscarla, sin embargo, no había nada más que mi reflejo.
Los años pasaron y no volví a ver a la mujer del pozo, el pasto me reconfortaba al tirarme en el suelo y percibir el aroma de las flores, nunca conté lo sucedido, hasta ahora…
…Después del día de muertos decidí ir a ese lugar, pasar a mi antigua casa, todo es tan diferente y al mismo tiempo es igual, caminé sobre el pasto seco, me dirigí hacia el pozo, se encontraba lleno de agua, tan cristalina cómo antes, más, sin embargo, algo no andaba bien, tan solo había agua, agua y nada más, ¿Dónde estaba yo? ¿Dónde diablos se encontraba mi reflejo?
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